El Diario de Hoy version electronica , 17 de marzo de 1997
Breve análisis
La nueva clase política: ¿quiénes son, dónde están?
Por Hermann W. Bruch (*)
Hemos cerrado un nuevo capítulo electoral en nuestro país, dentro de la nueva agenda democrática iniciada en medio de la guerra y en proceso de consolidación a partir de los Acuerdos de Paz.
Una de las características propias de la campaña recién terminada y que culminó el pasado domingo 16 de marzo ha sido la ostensible carencia de propuestas concretas, creativas y visionarias de parte de los partidos políticos contendientes. Más bien puede decirse que la campaña fue bastante deslucida a no ser por algunas revelaciones espectaculares y cargadas de intención propagandística descalificadora que uno de los partidos hiciera en alusión a sus ex compañeros de guerra. Revelaciones que en realidad no sorprendieron a nadie por su contenido, sino por la virulencia y explicitez con que se manejaron datos repugnantes y sórdidos con la intención de desprestigiar, pero que quizás únicamente lograron introducir un elemento más de chisme y circo, propio de nuestra cultural tendencia de denigrar a nuestros contrincantes.
No estoy haciendo una apología de las acciones perpetradas por ambos bandos durante el conflicto armado, pero sí es necesario dejar en claro que la instancia para llevar a cabo una acción depuradora y exculpadora se dio a través de la creación de la Comisión de la Verdad y todo intento posterior de resucitar recuerdos de un vergonzante episodio de nuestra historia cae en la descripción de lo sensacionalista y morboso.
Tal como lo dice el título de este artículo, esta vez deseo detenerme en un aspecto que cobró cierta relevancia durante el desarrollo de la campaña. Me refiero al tema de la necesidad de contar con una nueva clase política que salió a luz en varias ocasiones, pero que en la realidad se quedó a nivel de una frase sin verdadero sentido ni propósito. Sin embargo, es quizás una de las semillas de reflexión más importantes y que posiblemente deberá cobrar vigencia de aquí en adelante si queremos que la próxima contienda electoral se desarrolle de una manera más propositiva, más madura y más motivadora.
Está claro que el país necesita de un nuevo liderazgo. No necesariamente de caras nuevas sino de un cambio de mentalidad y de estilo en la forma de hacer las cosa. Esa nueva clase política de la que tanto se ha hablado en esta campaña lo que quiere decir es que ya es tiempo de que nuestros líderes políticos entiendan lo que la población está esperando de ellos.
El proceso de maduración política en los pueblos no es algo que se pueda dar de manera acelerada. Es un proceso lento que requiere estar sustentado en el aprendizaje durante el ejercicio de las funciones políticas, tanto a nivel legislativo como a nivel del gobierno municipal y central. Requiere de una cada vez mayor participación ciudadana. Requiere del fortalecimiento de la sociedad civil la que a su vez tiene que pasar por un proceso de organización y aprendizaje en el campo del activismo.
La democracia, que es un concepto muy amplio y además, muy vilipendiado, es todo un estado de cosas y de actitudes en la que nos vemos involucrados los seres humanos en la búsqueda de lograr convivir de manera más pacífica y en un ambiente de tolerancia libre de abusos.
Un mecanismo importante de este concepto es el del sufragio. Pero igualmente importante es que luego de dar nuestro mandato, los ciudadanos nos mantengamos alertas del desempleo de los mandatarios y hacerles la vida difícil cuando no cumplen fielmente con este mandato. Esa labor fiscalizadora que de alguna manera está institucionalizada en algunos organismos del estado tales como la Corte de Cuentas, la Proveeduría de los Derechos Humanos, la labor de contrapesos que tienen cada uno de los tres poderes independientes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial, etc., debe ser complementada por una labor de fiscalización ciudadana y esto sólo es posible mediante la organización de la sociedad civil y un desempeño eficiente y responsable de la labor periodística de los medios de comunicación.
Todo este concepto de corte filosófico es lo que entra en juego en el desarrollo de una nueva clase política. Aparte de algo muy importante que hasta ahora nadie ha puesto en evidencia y es el hecho de que es necesario crear las instancias académicas de formación política de gente nueva y joven, instancias que actualmente, o no existen o son muy débiles. Una escuela de ciencias políticas del más alto nivel es algo que se hace indispensable en nuestro país o al menos en Centroamérica. Algo similar a lo que ya existe en el área de administración de empresas y de negocios (INCAE y ESEN) y en el área de las comunicaciones (Escuela de Comunicación Mónica Herrera).
Para que El Salvador transite con más firmeza y madurez hacia una democracia estable es necesario desarrollar una casta de actores políticos mejor preparada y con verdadera vocación. Este es el principal desafío que se ha visto emerger en esta campaña que culminó el pasado 16 de marzo.
(*) Este artículo está desarrollado a partir de una charla entregada por el autor durante un evento reciente del Club Rotario de San Salvador Noroeste.